El papa Francisco celebró misa el sábado en la catedral caldea de Bagdad, donde dijo a los fieles de Irak que los perseguidos, los pobres y los que lloran son bendecidos, uno de los principios fundamentales de la fe católica.
Fue la primera vez que un papa celebró una misa utilizando el rito caldeo, conocido por la mayoría de los católicos iraquíes.
A pesar de las preocupaciones sobre las infecciones por coronavirus, la catedral estaba llena, cargada de incienso. El coro, sin mascarillas, cantaba himnos y acompañaba las lecturas de las Escrituras. Francisco, que está vacunado contra el COVID-19, no usaba mascarilla, pero los sacerdotes y los fieles sí.
En su sermón, Francisco honró a los cristianos perseguidos de Irak. Hizo una meditación sobre las Bienaventuranzas, tomada del sermón de Jesús de que, a los ojos de Dios, los que son bendecidos no son los ricos, los poderosos ni los famosos, sino “los pobres, los que lloran, los perseguidos”.
“El amor es nuestra fuerza, la fuente de fortaleza para aquellos de nuestros hermanos y hermanas que aquí también han sufrido prejuicios, indignidades, maltratos y persecuciones por el nombre de Jesús”, afirmó.
Francisco visita Irak para dar un impulso espiritual a sus menguantes comunidades cristianas que fueron expulsadas de sus hogares por el grupo Estado Islámico y que enfrentan amenazas de las milicias chiíes. Se cree que los católicos caldeos representan alrededor del 80% de los aproximadamente 300.000 cristianos que quedan en Irak.
Francisco y el máximo clérigo chií de Irak dieron el sábado un poderoso mensaje de coexistencia pacífica, instando a los musulmanes de la nación árabe cansada de la guerra a abrazar a la asediada minoría cristiana durante una reunión histórica en la ciudad santa de Nayaf.
El gran ayatolá Ali al-Sistani dijo que las autoridades religiosas deben proteger a los cristianos de Irak y que los cristianos deben vivir en paz y disfrutar de los mismos derechos que los demás iraquíes. El Vaticano dijo que Francisco agradeció a al-Sistani por haber “alzado la voz en defensa de los más débiles y perseguidos” durante algunos de los momentos más violentos de la historia reciente de Irak.
Tras el encuentro, el primer ministro Mustafa al-Kadhimi declaró el 6 de marzo Día Nacional de la Tolerancia y la Coexistencia en homenaje al evento, que calificó de “histórico”.
Al-Sistani, de 90 años, es uno de los clérigos más importantes del Islam chií y sus escasas pero poderosas intervenciones políticas han ayudado a dar forma al Irak actual. Es una figura profundamente venerada en Irak, un país de mayoría chií, y los chiíes de todo el mundo buscan sus opiniones sobre cuestiones religiosas y de otro tipo.
La histórica reunión en la humilde casa de al-Sistani tardó meses en prepararse, con cada detalle minuciosamente analizado y negociado entre la oficina del ayatolá y el Vaticano. La visita se emitió en vivo en la televisión iraquí, y los residentes aplaudieron el encuentro entre los dos respetados líderes espirituales.
En un comunicado de la oficina de al-Sistani tras el encuentro, el clérigo deseó felicidad tanto a Francisco como a los fieles de la Iglesia católica y le dio las gracias por tomarse la molestia de visitarlo en Najaf.
Momentos antes el sábado, el pontífice de 84 años llegó en un Mercedes-Benz a prueba de balas a la calle Rasool de Najaf, estrecha y bordeada de columnas y que culmina en el santuario Imam Ali, de cúpula dorada, uno de los lugares más venerados en el islam chií. Luego caminó los pocos metros (yardas) hasta la casa de al-Sistani, que el clérigo ha alquilado durante décadas.
Un grupo de iraquíes vestidos con ropas tradicionales lo recibió afuera. Cuando Francisco entró por la puerta, portando mascarilla, se liberaron algunas palomas blancas en señal de paz. Salió poco menos de una hora después, todavía cojeando por un aparente brote de dolor en el nervio ciático que le dificultaba caminar.
La reunión duró un total de 40 minutos y fue “muy positiva”, dijo un funcionario religioso en Nayaf, quien habló bajo condición de anonimato porque no estaba autorizado a hablar con los medios.
El papa viajó más tarde a la antigua ciudad de Ur para una reunión interreligiosa. Según la tradición, Ur es el lugar donde nació Abraham, el patriarca bíblico venerado por cristianos, musulmanes y judíos.
“Desde este lugar, donde nació la fe, de la tierra de nuestro padre Abraham, afirmemos que Dios es misericordioso y que la mayor blasfemia es profanar su nombre odiando a nuestros hermanos y hermanas”, dijo Francisco. “La hostilidad, el extremismo y la violencia no nacen de un corazón religioso: son traiciones a la religión”.
Los líderes religiosos se pusieron de pie para saludarlo. Francisco usaba mascarilla, pero pocos de los demás líderes en las tiendas de campaña lo hicieron. La reunión se llevó a cabo a la sombra del magnífico zigurat de Ur, el complejo arqueológico de 6.000 años de antigüedad cerca de la moderna ciudad de Nasiriyah.
El Vaticano dijo que los judíos iraquíes fueron invitados al evento y que no asistieron, sin proporcionar más detalles. La antigua comunidad judía de Irak fue diezmada en el siglo XX por la violencia y la emigración masiva impulsada por el conflicto árabe-israelí, y solo quedan unos pocos.
Francisco llegó a Irak el viernes y se reunió con altos funcionarios del gobierno en la primera visita papal de la historia al país, con la que busca promover su llamado a la fraternidad entre los pueblos. Este es además el primer viaje internacional del pontífice desde el inicio de la pandemia del coronavirus y el encuentro del sábado fue el primero entre un papa y un gran ayatolá.
Los iraquíes han acogido bien la visita y la atención internacional que le ha dado al país, que trata de recuperarse de décadas de guerra y disturbios. Irak declaró la victoria sobre el grupo Estado Islámico en 2017, pero sigue sufriendo ataques esporádicos.
Recientemente registró ataques con cohetes de milicias respaldadas por Irán contra instalaciones militares y diplomáticas estadounidenses, luego de un ataque aéreo de Washington contra objetivos milicianos en el país y en la vecina Siria. La violencia está ligada al enfrentamiento entre Estados Unidos e Irán luego de que Washington abandonó el pacto nuclear de 2015 y volvió a imponer paralizantes sanciones a la República Islámica.-AP