El candidato demócrata Joe Biden se encontraba el viernes a un paso de ganar la presidencia, tres días después de la jornada electoral, a medida que la ardua y prolongada labor de contar votos aumentaba su ventaja sobre el mandatario Donald Trump en algunos de los estados decisivos.
Una elevada participación, un enorme número de votos por correo y márgenes estrechos entre los dos candidatos han contribuido a la demora para declarar a un ganador. Pero Biden goza de ventajas en Pensilvania, Nevada y Georgia, colocándolo en la mejor posición hasta el momento para llegar a los 270 votos electorales necesarios para reclamar la Casa Blanca.
La atención se centraba de manera más intensa en Pensilvania, donde Biden aventajaba a Trump por más de 16.000 votos, y en Nevada, donde el demócrata tiene unos 22.000 sufragios más que su rival. La prolongada espera se suma a la ansiedad de una nación que enfrenta desafíos históricos, como el resurgimiento de la pandemia y una profunda división política.
El candidato demócrata se encontraba en su casa en Wilmington, Delaware, mientras avanzaba el recuento. Sus colaboradores dijeron que hablará al país por la noche. Trump se encontraba en la Casa Blanca y fuera de la vista pública mientras los resultados llegaban lentamente, acrecentando la ventaja de su rival en Pensilvania. Durante el día, las televisiones de la Casa Blanca permanecieron sintonizadas en los canales noticiosos en un asomo de normalidad, mientras los reporteros se formaban para realizarse pruebas de diagnóstico a coronavirus y, en el exterior, los trabajadores limpiaban el jardín en un templado día de otoño.
En tanto, la campaña de Trump guardaba silencio, en agudo contraste con la víspera, cuando proyectó optimismo en una teleconferencia matutina y anunció demandas en estados clave en una serie de conferencias de prensa.
Un puñado de estados seguían sin entregar resultados la tarde del viernes: Georgia, Carolina del Norte, Pensilvania y Nevada. En las cuatro entidades, el margen entre ambos candidatos era demasiado estrecho y había un gran número de boletas por procesar para que la AP pudiera declarar a un ganador.
En Pensilvania, las autoridades no podían empezar a procesar los votos por correo hasta el día de las elecciones, en apego a lo que dicta la ley. En Nevada, había viarias papeletas provisionales de votantes que se registraron el día de los comicios y las autoridades debían verificar su elegibilidad. Y existe la posibilidad de recuentos automáticos en Pensilvania y Georgia.
Con cada vez menos opciones rumbo a la reelección, Trump está ensayando hasta dónde puede llegar en el uso de los poderes presidenciales para socavar la confianza en los comicios.
El jueves, formuló acusaciones infundadas de fraude para sostener falsamente que su rival intenta hacerse del poder. Es algo sin precedentes que un presidente estadounidense siembre dudas sobre el proceso democrático.
“Es un caso en el que tratan de robar una elección, tratan de amañar una elección”, dijo Trump desde el podio de la sala de prensa de la Casa Blanca.
Recurrió a Twitter la tarde del viernes para prometer nuevas acciones jurídicas, tuiteando que “Joe Biden no debe proclamarse erróneamente como ganador de la presidencia. Yo también podría decir lo mismo. ¡Los procedimientos jurídicos apenas empiezan!”
Trump se declaró ganador hacia el final de la jornada electoral. También tuiteó que tenía “una delantera tan grande en todos estos estados hacia el final del día de las elecciones, sólo para ver las ventajas desaparecer milagrosamente conforme pasaban los días”, aunque es bien sabido que seguía el conteo legal de los votos emitidos antes del martes.
Biden por su parte trató de distender la situación y proyectar una imagen más tradicional del liderazgo presidencial. Después de participar en una sesión informativa sobre el coronavirus, declaró que “se debe contar cada voto”.
“Pido que todos conserven la calma. El proceso funciona”, dijo Biden. “Es la voluntad de los votantes. Nadie más elige al presidente de los Estados Unidos de América”.-AP