Ante el avance de la pandemia, y con el compromiso de no volver a cerrar las oficinas ni el sector educativo, a Boris Johnson sólo le queda, como último resorte, cerrar el grifo del alcohol para intentar contener la segunda oleada del coronavirus. La hostelería será, por tanto, la gran sacrificada por el Gobierno conservador durante este último periodo del año en el que, además, se retirarán gran parte de las ayudas estatales para los trabajadores que se encuentren en ERTE, aunque parece que se negociarán con el sector nuevas ayudas para las zonas más afectadas.
«El objetivo es mantener la ratio de infección baja al tiempo que mantenemos los colegios abiertos y la economía en marcha», ha apuntado Johnson durante su exposición parlamentaria. «Un segundo confinamiento a nivel nacional, cerrando colegios, empresas y haciendo que la gente se quede en sus casas, no sería un buen camino a tomar».
El premier, que ha anunciado una nueva estrategia que dividirá el país en tres fases según sea la incidencia del virus, ya se está encontrando, además, con la oposición de algunos líderes locales en el norte de Inglaterra, donde la situación epidemiológica está descontrolada y donde el impacto económico será, además, devastador. «Queremos que nos traten como adultos», amenazan ante la falta de comunicación desde el Gobierno central.
Desde Downing Street, sin embargo, justifican las medidas en base a la «coyuntura crítica» en la que se encuentra ahora mismo el Reino Unido, donde, a falta de los datos de las últimas 24 horas, se han registrado 100.739 casos durante los siete últimos días. Una media de casi 14.000 positivos diarios que ha llevado a la necesidad de establecer este sistema de tres fases, un plan que se explicará esta tarde a la población, se debatirá mañana en el Parlamento, y, si todo sigue el cauce previsto, empezará a implementarse a partir de este mismo miércoles.