Demasiadas líneas rojas y poca voluntad de ceder en la quinta ronda de negociaciones entre el Reino Unido y la Unión Europea. Ambas partes salen frustradas de una nueva semana de conversaciones en la que ha quedado claro que los británicos no parecen dispuestos a ceder en el complicado asunto de la pesca, la capacidad para elaborar sus propias leyes en el futuro y, sobre todo, en el arbitraje del Tribunal Europeo de Justicia. A pesar de que el propio Boris Johnson aseguraba hace un mes que no veía razones por las que no se pudiese llegar a un acuerdo comercial en julio, por el momento las posturas continúan «bastante alejadas» y desde Bruselas ya aseguran que prefieren contener el daño inicial de un no acuerdo antes que comprometerse a un perjuicio mayor a largo plazo.
La quinta ronda de negociaciones celebrada durante esta semana en Londres ha concluido, por tanto, sin más avance que el de saber las líneas rojas de cada uno. El negociador jefe del Reino Unido, David Frost, ha señalado la «considerable brecha» que existe entre ambos equipos, mientras que su homónimo en la UE, Michel Barnier, ha coincidido en que todavía están «muy lejos» de lograr un tratado para el que se acaba el tiempo. Los británicos, que ya han dejado claro que no ampliarán el periodo de transición más allá de diciembre de este mismo año, aseguran que todavía es posible y que todo puede quedar cerrado en septiembre. Desde Bruselas, menos optimistas, apuntan a que tiene que estar listo para octubre para que de tiempo a ratificarlo antes de que acabe el 2020.