Poco antes de la madrugada del jueves 26 de marzo, China cerró sus fronteras. La idea era blindarse de los casos de coronavirus importados de otros países. La mayor parte del gigante asiático ya estaba inmerso en la desescalada. Y la ciudad de Wuhan, el epicentro de la pandemia, en dos semanas abriría sus puertas tras un estricto confinamiento de 76 días.
«Una sola chispa puede iniciar un incendio en la pradera», rezaba un editorial del diario China Daily. La pradera era el país que ya proclamaba haber ganado la batalla contra la Covid-19. En cuanto a la chispa, se refería a los centenares de casos importados que llegaban de otros países. Aunque el 90% correspondían a ciudadanos chinos que retornaban a casa.
Casi cuatro meses después, las autoridades chinas anunciaron ayer que todos los viajeros que entren en avión tendrán que presentar una prueba negativa de coronavirus antes de pisar el país. Se deberán hacer el test PCR cinco días antes de coger el vuelo en los centros médicos asignados por las embajadas chinas.
Desde la Administración de Aviación Civil han emitido un comunicado explicando que los ciudadanos chinos que retornen deberán además enviar los resultados de sus pruebas a través de la aplicación de salud del WeChat, el WhatsApp chino. Mientras que los extranjeros, una vez tengan los resultados, deberán solicitar un certificado sanitario a las embajadas o consulados chinos para poder coger el vuelo. Nada más embarcar, el personal de las compañías aéreas deberá comprobar los códigos y certificados de salud de todos los pasajeros antes de despegar.
Un requisito más para entrar en la segunda potencia mundial que choca con las medidas más flexibles para viajar que hay, por ejemplo, entre los países europeos. A Pekín no le ha temblado el pulso en las últimas semanas para tomar cualquier medida necesaria para frenar los rebrotes. Con apenas unas decenas de casos, el Gobierno chino ha ordenado cerrar barrios, incluso ciudades enteras, y hacer tests masivos a poblaciones de millones de personas. Unos estrictos pero eficaces cierres que no se ven en otros países como España, con 224 nuevos brotes activos y más de 2.620 casos asociados a ellos.
«La medida de pedir pruebas de coronavirus antes de viajar a China tiene como objetivo impulsar y garantizar los flujos transfronterizos de personas, así como beneficiar la reanudación de la industria manufacturera y de las empresas», afirmó el martes Wang Wenbin, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores. En el mes de junio, las aerolíneas chinas transportaron 140.000 pasajeros en vuelos internacionales, cifra que representa el 2,3% del volumen de pasajeros del mismo período del año pasado.