Reino Unido, Estados Unidos y Canadá han emitido un comunicado conjunto acusando directamente a Rusia de haber intentado ‘hackear’ sus sistemas para robar las investigaciones sobre sus respectivas vacunas contra el coronavirus. La denuncia se produce apenas una semana antes de que los británicos publiquen un informe acerca de la injerencia en sus elecciones generales por parte del país gobernado por Vladimir Putin, algo que desde Downing Street consideran como «prácticamente seguro». Un informe que, a pesar de haber sido redactado en mayo de 2018, todavía no ha sido publicado por la oposición de los sucesivos gobiernos del partido conservador.
Las tres administraciones conjuntas han señalado directamente al grupo de ‘hackers’ conocido como Cozy Bear, APT29 o The Dukes, como responsables, además de establecer vinculaciones directas entre ellos y el Kremlin por primera vez. Desde Moscú, sin embargo, rechazan estas acusaciones y aseguran que no hay suficientes pruebas para sustentarlas, mientras que su ministro de Asuntos Exteriores las ha calificado de «difusas y contradictorias».
Sin embargo, y según el comunicado emitido publicado hoy, en febrero se iniciaron una serie de ataques dirigidos contra varios centros especializados en la investigación de vacunas en estos países. Concretamente en Reino Unido, se apunta a la Universidad de Oxford y al Imperial College de Londres como algunos de sus objetivos. Allí se están desarrollando en esos momentos dos de los proyectos para la vacuna del Covid-19 más punteros del mundo, y es por eso que la idea de estos ‘hackers’ no era la de entorpecer el avance de los estudios, sino robar su propiedad intelectual.
Por el momento, el Centro de Ciber Seguridad Nacional (NSCS) no ha dado detalles acerca de cuántos ataques se han producido ni si han tenido éxito, pero sí que están blindando informáticamente estos centros de investigación. A pesar de que el Estado ruso tiene en marcha su propio proyecto, ahora no está claro si se han beneficiado o no de las investigaciones británicas, estadounidenses o canadienses, pero desde Rusia se presumía la semana pasada de que se fabricarán 200 millones de dosis antes de que termine el 2020.
«Condenamos estos despreciables ataques contra aquellos que están haciendo un trabajo vital para controlar la pandemia del coronavirus», denunciaba Paul Chiester, director de operaciones del NCSC. «Reino Unido seguirá respondiendo a estos ciberataques y trabajará con sus aliados para que los culpables de estos actos respondan ante la Justicia», añadía el ministro de Exteriores, Dominic Raab.