Minutos después de que el presidente de Estados Unidos saludara a Cristóbal Colón como la figura fundacional de la América moderna y prometiera defender todos los monumentos bajo ataque por la reciente ola de indignación racial, cayó derribada en Baltimore una de las estatuas más importantes dedicadas al navegante en todo el país, decapitada y lanzada al agua del puerto.
«No vamos a permitir que una turba indignada timbre nuestros monumentos y borre nuestra historia, adoctrine a nuestros niños y abuse de nuestras libertades. Preservaremos nuestros valores, tradiciones, costumbres y creencias. Enseñaremos a nuestros hijos a querer y adorar a su país para que puedan construir su futuro. Juntos lucharemos por el sueño americano, y defenderemos, protegeremos y preservaremos el estilo de vida americano, que comenzó en 1492 cuando Colón descubrió América», dijo ayer Donald Trump en la Casa Blanca durante la celebración del 4 de julio, día de la independencia estadounidense.
Caía entonces la noche sobre la costa este de EE.UU. y comenzaban los tradicionales fuegos artificiales. En Baltimore, a apenas 60 kilómetros de Washington, una multitud se había congregado alrededor de la estatua de Colón en el barrio conocido como Pequeña Italia. La ataron con unas maromas, tiraron de ella y la lanzaron al suelo. La escultura perdió en la caída la cabeza. Lo que quedaba del cuerpo fue arrastrado hacia un canal y lanzado al agua del puerto.
La escultura, de mármol de carrara, fue inaugurada el 12 de octubre de 1984, en un acto solemne en el que dio un discurso el entonces presidente, Ronald Reagan. Era uno de los tres monumentos que hay en Baltimore, la mayor ciudad de Maryland, dedicados al navegante, incluido un obelisco que fue erigido en 1792 para conmemorar el 300 aniversario de su travesía. Baltimore goza de una importante comunidad italoamericana, de la que procede la actual presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, cuyo padre fue alcalde de la ciudad.
Varias son las estatuas de Colón derribadas en la reciente ola de protestas raciales, incluida la de Richmond, capital de Virginia. Los manifestantes también han atacado monumentos dedicados a conquistadores españoles y a fray Junípero Serra, fundador de nueve misiones en California.
El presidente Trump ha centrado sus discursos de celebración del 4 de julio en la preservación de la memoria histórica y del patrimonio artístico. De hecho, ha instado a la Fiscalía, por decreto, a que pida 10 años de prisión para aquellos que vandalicen monumentos de propiedad federal.
«Los héroes americanos derrotaron a los nazis, derribaron a los fascistas, derrocaron a los comunistas, salvaron los valores americanos, defendieron los principios americanos y persiguieron a los terroristas hasta los confines de la tierra. Ahora estamos en el proceso de derrotar a la izquierda radical, los marxistas, los anarquistas, los agitadores, los saqueadores y demás gente que en muchos casos no tienen ni idea de lo que están haciendo», dijo ayer el presidente en la Casa Blanca.