Las elecciones, primeras en América Latina desde la embestida de la Covid-19, estaban convocadas inicialmente para mayo y se retrasaron hasta este domingo. Llegan cuando hay nuevo récord de contagios.
El número de fallecimientos es de 786. Los rebrotes en la capital preocupan a las autoridades, que saben que se encuentran en un momento de máximo contagio. El Gobierno ha dispuesto que en los colegios electorales se cumpla con el protocolo sanitario, que incluye el uso obligatorio de mascarillas, desinfección en los recintos y distanciamiento social. Más de siete millones de dominicanos están llamados a las urnas, tras una campaña que no ha sido una fiesta, tal y como es tradicional.
Como canta socarrón el merengue del Caballo Mayor Ventura, quien incluso llegó a ser alcalde de Santo Domingo, «los de Palacio ya no dudan que se van. La mentira es parte de su cotidianidad, como farsantes a la historia pasarán. Este pueblo sabio descubrió su falsedad». Una canción que refleja el hastío y el cansancio de un país contra los gobiernos, quehaceres políticos y corrupción del Partido de Liberación Dominicana (PLD) y del Partido Revolucionario Democrático (PRD), que se han repartido el poder desde la salida en el siglo pasado de Joaquín Balaguer, el sucesor del dictador Leónidas Trujillo.
El casi eterno Leonel Fernández, ahora disidente del PLD, y el actual presidente, Danilo Medina, compartieron la presidencia con el ‘perredeísta’ Hipólito Mejía, aquel que pasó a la historia por querer bailar un merengue con la Reina Sofía y poco más.
Las últimas encuestas de Gallup y Greenberg para los periódicos ‘Hoy’ y ‘Diario Libre’ reflejan contundentes mayorías del 53,7% y del 56% para el ‘outsider’ y disidente Rafael Abinader, líder socialdemócrata del Partido Revolucionario Moderno (PRM), agrupación surgida de las entrañas del PRD. Con esta ventaja, la misma que siente en las calles de la isla de La Española, no haría falta pasar a segunda vuelta.