Guerra diplomática por todo lo alto entre la Unión Europea (UE) y el chavismo. La expulsión de la representante europea en Caracas provocó ayer la reacción urgente de Josep Borrell, quien llamó a consultas a la embajadora de Nicolás Maduro en Bruselas para tomar las «medidas necesarias habituales de reciprocidad». Todo apunta a que Claudia Salerno también será expulsada con destino a Venezuela cuando la pandemia lo permita.
«Sólo una solución negociada entre venezolanos permitirá al país salir de su profunda crisis», añadió Borrell, a sabiendas de que las soluciones de la revolución son casi siempre a puñetazos. En el trasfondo del nuevo rifirrafe diplomático se sitúa el plan bolivariano para llevar a cabo unas elecciones amañadas a medida del oficialismo que la UE no ha comprado en ningún momento. Un disparo contra su propio pie, ya que el 40% de la ayuda humanitaria que llega al país en medio de su aguda crisis social, sanitaria y económica procede de Europa.PUBLICIDAD
En el aluvión de amenazas e insultos lanzado por Maduro en su mensaje al país también sufrió capítulo propio Jesús Silva, el embajador español en Caracas, a quien acusó de ser «cómplice del delincuente Leopoldo López». En el pintoresco guión propuesto por el «hijo de Chávez», el diplomático español también habría participado en el desembarco de mayo en la costa de Macuto «desde la Embajada de España en Caracas para asesinarme».
«Esperen noticias en las próximas horas», adelantó Maduro, quien de concretar sus amenazas inscribiría a Silva en el libro de los récords Guinness diplomáticos: declarado persona non grata y expulsado en 2018 tras la primera tanda de sanciones europeas fue readmitido meses después tras las gestiones del propio Palacio de Miraflores. En aquel entonces fue el radical Diosdado Cabello, número dos del régimen bolivariano, quien exigió a Maduro la cabeza de Silva.
La principal incógnita es si el «presidente pueblo» actuará contra el gobierno de coalición en el que figura Podemos, su antiguo aliado. En la actualidad es Izquierda Unida quien mantiene un grueso cordón umbilical con Caracas.
Las sanciones europeas contra ocho funcionarios chavistas y tres diputados «comprados» por boliburgueses millonarios provocó la reacción furiosa de Maduro, quien no se guardó ningún vituperio: colonialistas, intervencionistas, arrogantes, supremacistas, racistas, esperpentos, bobolongos… «Si ellos (UE) pudieran mandar sus barcos de guerra, mandar un millón de soldados para tomar Venezuela y evitar las elecciones lo harían, pero no pueden porque sus propios pueblos se lo impedirían», vaticinó Maduro.