El líder conservador obtiene el 41,8% de los votos y parte como favorito para la segunda vuelta que se celebrará el 12 de julio.
«¡Andrzej Duda!» Candidato ganador de la primera vuelta de las elecciones, repetía anoche la multitud concentrada en un acto del partido Ley y Justicia (PiS) en Lowicz, sin dejar empezar a hablar al candidato más votado en la primera vuelta de las presidenciales con el 41,8% de las papeletas. Pero la escenificación de victoria ocultaba una pérdida significativa desde la mayoría absoluta que las encuestas le otorgaban hace solo unas semanas. Después del conservador, en segundo puesto, el liberal Rafal Trzaskowski, alcalde de Varsovia, se anotaba el 30,04% de los votos, un porcentaje arañado voto a voto en una campaña electoral marcada por la pandemia y que había convertido la votación en una especie de plebiscito entre el fenómeno Kaczynski, que podría haber tocado techo en Polonia, y una homologación europea del país frontera de la OTAN, que parece llegar de la mano de los votantes más jóvenes.
Este resultado era fruto de una participación sin precedentes en la historia democrática de Polonia. El 62,9% de los 30 millones de polacos convocados acudió a las urnas, a pesar de unas altísimas temperaturas que los votantes soportaron en interminables colas que imponían las normas extraordinarias de seguridad sanitaria. La segunda vuelta, que tendrá lugar el 12 de julio, determinará finalmente si Duda repite en la presidencia, un puesto clave en coordinación con el PiS en el gobierno y que permitiría continuar con una serie de reformas autoritarias que han despertado ya bastante resquemor en Bruselas. «Si queremos mantener la Polonia que conocemos, si queremos no dejarnos infiltrar por la burocracia europea, entonces es necesario que intensifiquemos nuestros esfuerzos en la segunda vuelta», arengó anoche Duda a los suyos.