La amenaza del coronavirus atemoriza todavía a Italia. Desde el norte al sur del resurgen nuevos focos de Covid-19. Preocupa en especial la revuelta que ha estallado en Mondragone, municipio de 28.000 habitantes de la provincia de Caserta, en la región de Campania. La tensión explotó ayer con enfrentamientos entre italianos y los ocupantes de la comunidad búlgara y gitana de cinco edificios destartalados conocidos como Cirio –fueron ocupados abusivamente-, donde se registra medio centenar de personas infectadas por el coronavirus. Esos edificios fueron declarados como zona roja, prohibiendo la entrada y salida de personas, pero algunos de sus habitantes se escaparon. Esta evasión irritó a los ciudadanos de Mondragone, que asediaron los cinco edificios Cirio. Se desató una especie de caza al extranjero. Los italianos protestaron cerrando la salida de la zona roja. La comunidad búlgara reaccionó arrojando sillas y piedras desde las terrazas. La ministra del Interior, Lucia Lamorgese, tuvo que mandar las fuerzas del orden y al ejército. Durante la noche se quemaron dos vehículos de propietarios búlgaros y la tensión se mantiene muy alta.
El coronavirus solo ha hecho explotar una situación conocida y dramática que se vive en un barrio de Mondragone, como ocurre en otros muchos lugares del sur de Italia. Se trata de una realidad que vive un conflicto latente, porque son guetos, donde abunda la explotación, la violencia y la prostitución. En el caso de los edificios Cirio de Mondragone se trata de búlgaros que llegaron a Italia con la promesa de ganar un buen dinero con la recogida de judías verdes y tomates. Pero no encontraron la tierra prometida: se levantan antes del alba, a las cuatro y media, para ser conducidos en camionetas a los campos de propietarios italianos. Ganan sueldos de miseria: Entre dos y cuatro euros por hora los hombres; las mujeres, la mitad. Para no dejar a los niños solos, los llevan también al campo y reciben una miseria, unos céntimos a la hora. De sus salarios, una parte para el transporte en la camioneta, otra al alquiler de la casa y una tercera para el caporal que les ofrece el trabajo. Si no trabajan, no comen. Así, los búlgaros pretenden seguir saliendo de los edificios Cirio, aunque se les ha declarado zona roja al surgir el brote de Covid-19. Los ciudadanos de Mondragone se han rebelado ante esas fugas. De ahí la guerrilla que se ha vivido en el barrio.