El gobierno federal se ha sumado a la carrera por el desarrollo de una vacuna contra el coronavirus con la compra de una importante participación en la empresa biotecnológica germana Curevac, que el pasado mayo anunció resultados positivos en los primeros estudios preclínicos de un producto que puede conducir a la inmunización contra la enfermedad y que este mismo mes comienza las primeras pruebas clínicas con voluntarios. El ministro federal de Economía, Peter Altmaier, y Dietmar Hopp, propietario de Curevac y cofundador del grupo farmacéutico SAP, anunciaron la inversión del estado alemán en la empresa con sede en Tubinga a través del Instituto Crediticio para la Reconstrucción (KfW), que adquiere el 23% de su capital por 300 millones de euros. Curevac es uno de los más de 140 laboratorios en todo el mundo que trabajan en la búsqueda de una vacuna contra el virus Sars-Covid-19 y que se encuentra en las fases más avanzadas.
La firma de Tubinga ocupó las portadas de los diarios de todo el mundo cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ofreció una cifra multimillonaria a «Curevac» para asegurarse de manera exclusiva los resultados de sus investigaciones. Dietmar Hopp rechazó entonces de plano la oferta y afirmó que si lograban desarrollar una vacuna sería finalmente accesible a todo el mundo. Al igual que el consorcio biotecnológico estadounidense Moderna y el también alemán Biontech, Curevac apuesta por el desarrollo de una vacuna contra el coronavirus sobre la base del llamado «ARN mensajero», que suministra a las células humanas información para la producción de proteínas para combatir el germen de la enfermedad. Biontech, con sede en la ciudad renana de Maguncia, fue la primera firma alemana que recibió ya en abril autorización para realizar estudios clínicos para una vacuna contra el Sars-Covid-19.