El coronavirus se ha convertido en la última arma arrojadiza del multifacético conflicto que protagonizan China y Estados Unidos en todos los ámbitos de la esfera económica y política internacional. Donald Trump denuncia que el gigante asiático ocultó la peligrosidad del patógeno en un inicio, e incluso sugiere que podría haber escapado de un laboratorio de Wuhan, por lo que exige responsabilidades a Pekín. Los líderes chinos, sin embargo, reiteran que el país ha sido transparente en la gestión de la epidemia.
«La Covid-19 ha cogido por sorpresa a todo el mundo, y China es una víctima más. Hemos actuado con responsabilidad y celeridad para proteger la vida y la salud de las personas. Cuando descubrimos el peligro que suponía, tomamos decisiones difíciles para cortar la cadena de contagio. Eso se ha logrado con un gran sacrificio», respondió ayer el ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi, durante la tradicional rueda de prensa que celebra con motivo de la Asamblea Popular Nacional, que se reúne estos días para delinear el rumbo de China en el próximo año.