Donald Trump, y el secretario general de la ONU, António Guterres, hablan idiomas diferentes. El primero cree que el coronavirus requiere amenazas y informando para desviar la culpa; el segundo piensa que hace falta «unidad y solidaridad» para enfrentar esta nueva amenaza. Con intereses contrapuestos y la imposibilidad de diálogo, la ONU ha optado por callar.
No hubo respuesta este martes a la carta que twiteó el mandatario estadounidense antes de acostarse, en la que daba a la Organización Mundial de la Salud 30 días para «comprometerse a grandes mejoras sustanciales», bajo amenaza de hacer permanente la congelación de fondos a la organización o incluso retirarse de la misma. Era el párrafo final de una carta de tres páginas plagada de acusaciones contra la OMS, que empezaron a caerse por sí solas ayer mismo.
Uno de los desmentidos más devastadores llegó de la prestigiosa publicación médica ‘The Lancet’, que en un comunicado negó que la OMS «hubiera fallado en investigar de forma independiente los informes creíbles de que el virus se propagaba en Wuhan en diciembre de 2019 o antes». La revista médica emitió este martes un comunicado para dejar claro que no publicó ningún informe en diciembre de 2019 sobre la propagación del coronavirus «ni en Wuhan ni en ninguna parte de China». De hecho, su primer informe sobre este virus no llegó hasta el 24 de enero, en el que describía los síntomas de 41 pacientes. «La declaración (del presidente Trump) es objetivamente incorrecta», aseveró.