Es Mayo y han tocado buen tiempo en lo que ha agitado las tensiones en EE.UU. sobre la desescalada respecto a la cuarentena. Casi la mitad de los estados del país han empezado a levantar las restricciones sobre confinamiento y limitación de la actividad económica a servicios esenciales.
La transición se está complicando mucho con abusos y protestas. En Nueva York, el epicentro de la epidemia en EE.UU, los parques se llenaron de gente, en muchas ocasiones desobendeciendo las órdenes de mantener distancia física y la obligación de llevar mascarilla. Por redes sociales se podia comprobar la presencia de numerosos grupos de personas -la gran mayoría, jóvenes- que disfrutaban del buen tiempo, sin distancia entre ellos y sin protección en la cara, ante la pasividad de los agentes de policía.
Quienes más desafiaron las restricciones fueron los participantes en protestas en todo el país para presionar a las autoridades en el regreso a la normalidad: en California, miles de personas llenaron la playa de Huntington Beach, cerca de Los Ángeles, para desafiar la prohibición de utilización de este espacio público; en Lansing, la capital de Michigan, volvieron a producirse protestas en el Capitolio del estado, con gente armada y con carteles con esvásticas contra la gobernadora, la demócrata Gretchen Whitmer; en Maryland, el gobernador, el republicano Larry Hogan, respondió a los manifestantes que en su estado hay más gente que muere cada día que la que acude a las protestas. Deborah Birx, la experta que coordina el grupo de trabajo de la Casa Blanca contra el coronavirus, calificó de «devastadoramente preocupante» las protestas de gente que no mantiene la distancia y no lleva mascarillas.