Hace varias semanas que las economías de México y Estados Unidos no siguen el mismo tiempo. Al norte del río Bravo, las fábricas mexicanas echaron el cierre por la pandemia del coronavirus en los primeros días de marzo; al sur, los trabajadores se fueron a casa en abril. Que el ritmo entre las dos economías norteamericanas se haya perdido ante la alerta por la pandemia no representó un gran problema al principio, pero ahora ambos países batallan por encontrar el momento en el que las cadenas de producción vuelva a retomar reproducción. Mientras el Gobierno de México busca ser cauto para evitar un alza de contagios en las plantas, la Administración de Donald Trump ha comenzado a encender los motores de la maquinaria.
En México, el arranque de Estados Unidos inquieta a quienes participan en la cadena de valor en diversas industrias. “Necesitamos revisar la situación día a día para encontrar el punto adecuado para regresar”, dice, por ejemplo, en un vídeo el presidente ejecutivo de Volkswagen de México, Steffen Reiche. Las plantas de ensamblaje de autos de la compañía alemana –en los Estados de Puebla y Guanajuato– son parte de una cadena de la industria automotriz en ambos lados de la frontera y representan para esas dos regiones mexicanas el sustento de miles de personas. Steffen ha puesto como fecha tentativa el 18 de mayo para que los trabajadores vuelvan a las fábricas de la armadora alemana, pero aclara que es el Gobierno mexicano quien tiene la última palabra sobre esa decisión.