Osman Eduardo Varela es un hondureño quien, como muchos, no tiene el privilegio de poder acatar las medidas de confinamiento que en la emergencia nacional por coronavirus impone el Gobierno de Honduras.
La necesidad de llevar el sustento diario a su hogar le obliga a continuar, los días que las autoridades se lo permiten, la venta de helados de manera ambulante.
“¿Si yo me quedo en casa quién me va a dar dinero o comida?”, cuestiona un cansado pero digno jefe de familia.
La respuesta a la anterior interrogante justifica su presencia en las calles, a pesar de las críticas hacia quienes no siguen al pie de la letra el famoso “quédate en casa”.
Con plena conciencia y convicción, Osman aclara que “no es que quisiera arriesgarme porque quiero lo hago por el sustento de mi familia, mi hijo me está esperando por comida”.
Habiéndose visto obligada a mudarse por la incapacidad de pagar un cuarto, la familia Varela se trasladó a Las Brisas, colonia de la capital donde aún no llega la tan ansiada ayuda gubernamental.