El presidente de Bolivia, Evo Morales, anunció este domingo su renuncia tras casi 14 años en el poder y en medio de la profunda crisis desatada por las denuncias de fraude en las elecciones del pasado 20 de octubre.
«Ha habido un golpe cívico, político y policial», dijo el presidente al anunciar su dimisión en una declaración televisada y junto a su vicepresidente, Álvaro García Linera.»Mi pecado es ser indígena», dijo.
Morales justificó su renuncia para evitar que continúe la violencia en el país tras tres semanas de enfrentamientos entre sus partidarios y sus detractores con al menos tres muertos y cientos de heridos.
García Linera anunció que él también renunciaba al cargo. «El golpe de Estado se ha consumado», dijo el vicepresidente.
«Vamos a cumplir la sentencia de Tupac Katari, volveremos y seremos millones», advirtió.
Junto a ambos apareció Gabriela Montaño, ministra de Salud y expresidenta del Senado. La tercera en el orden de sucesión constitucional es la presidenta del Senado, Adriana Salvatierra.
El anuncio de la renuncia llegó horas después de que el comandante de las Fuerzas Armadas de Bolivia, general Williams Kaliman, sugiriera al mandatario que diera un paso al lado para desbloquear la crisis política.
Los militares veían insuficiente la convocatoria a nuevas elecciones que había hecho el gobierno en horas de la mañana tras las «irregularidades» detectadas por una auditoría de las elecciones hecha por la Organización de Estados Americanos (OEA).
Días antes, numerosas unidades policiales habían declarado un «motín» en protesta contra el gobierno.
El expresidente Carlos Mesa, segundo en las elecciones del 20 de octubre, celebró el anuncio hablando de «fin de la tiranía».
El polémico recuento
Los problemas de Morales empezaron en la misma noche de las elecciones, cuando el Tribunal Supremo Electoral (TSE) suspendió por sorpresa el conteo rápido con el 83% escrutado y con una tendencia que apuntaba a que iba a haber segunda vuelta entre el mandatario boliviano con el candidato opositor Carlos Mesa.
Al día siguiente, ese conteo rápido denominado Transmisión Rápida de Resultados Preliminares (TREP) se reactivó con un 95% de avance y con Morales ganando en primera vuelta por un estrecho margen.
Las sospechas que habían suscitado los extraños movimientos del TSE llevaron a la oposición a clamar un «fraude descarado». Incluso las misiones de observación de la OEA y la Unión Europea pidieron que hubiera segunda vuelta.
Pero Morales insistió en que él había ganado las elecciones y, en respuesta a las manifestaciones de la oposición, llamó a sus seguidores a «defender la democracia» en las calles y frenar un «golpe de Estado».
También aceptó que la OEA hiciera una auditoría del escrutinio. Pero las protestas continuaron, la oposición sospechaba de la OEA.
En su informe, la OEA denunció «irregularidades» y determinó que era estadísticamente improbable que Morales hubiese ganado por el margen de 10% que necesitaba para evitar una segunda ronda electoral.
La auditoría del organismo internacional también encontró actas físicas con alteraciones y firmas falsificadas. En el informe de 13 páginas se señala que en muchos casos no se respetó la cadena de custodia de las actas y que hubo manipulación del sistema informático.
Morales respondió convocando nuevas elecciones y anunciando la renovación de la totalidad de vocales del Tribunal Supremo Electoral, que fueron duramente criticados por el manejo del conteo del mes pasado. Algo también recomendado por la OEA.
Pero eso no calmó las protestas opositoras. El presidente del Comité Cívico de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, respondió exigiendo la renuncia de todos los altos funcionarios y dejar el gobierno a una «junta de notables» para gestionar la transición.-BBC