Nicolás Maduro prestó el jueves juramento ante el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela y comenzó su segundo mandato en medio de una creciente presión internacional y la amenaza de la Asamblea Nacional de que lo declarará usurpador del cargo.
El gobernante, de 56 años, prestó juramento en uno de los salones del máximo tribunal mientras la Organización de Estados Americanos (OEA) aprobó una resolución desconociendo la legitimidad de la segunda presidencia de Maduro y Paraguay resolvió romper relaciones diplomáticas.
La sede de la ceremonia en el Tribunal Supremo es un hecho inédito y un abierto desafío a la Asamblea Nacional, de mayoría opositora, que sostiene que la reelección de Maduro es ilegal.
Al explicar las razones que llevaron a Maduro a jurar ante el Tribunal Supremo y no en la Asamblea Nacional, como establece la constitución, el presidente del máximo tribunal, Maikel Moreno, dijo que el Congreso “se encuentra en desacato” y en consecuencia “todos sus actos son nulos”.
“He cumplido con la constitución. Está certificado mi juramento y desde hoy asumo la presidencia de la república para el segundo período electo por el pueblo 2019-2025”, afirmó Maduro al agradecer la asistencia al acto de representantes de 93 países, entre ellos China, Rusia, Turquía, México, República Dominicana y el Vaticano, la cual consideró una presencia “valiente”.
Los diplomáticos de la mayoría de los países vecinos y la Unión Europea, que no reconocen la reelección de Maduro, estuvieron ausentes.
“Hoy no hay jefe de Estado, no hay comandante en jefe de la fuerza armada”, dijo el presidente del Congreso, Juan Guaidó, al rechazar la juramentación de Maduro. “No eres legítimo, así te disfraces como te disfraces”, agregó.
El congresista dijo que la Asamblea Nacional se declaró en emergencia y que próximamente se declarará la “usurpación del cargo de la presidencia” para luego proceder a lograr el reconocimiento del Legislativo por parte de distintas instancias internacionales.
Guaidó llamó a las fuerzas armadas a que hagan valer la constitución y “desconocer lo que no fue producto del voto popular”.
Poco después de la declaración del presidente del Congreso, el ministro de la Defensa, general en jefe Vladimir Padrino López, ratificó el respaldo de la fuerza armada a Maduro y dijo durante la toma de juramento de varios cientos de militares formados en uno de los patios de la Academia Militar que “acatamos sin vacilación su mando único e indiscutible liderazgo para dirigir los destinos de la patria en los próximos seis años y lo reconocemos como nuestro comandante en jefe”.
Al agradecer el apoyo de la fuerza armada, el gobernante afirmó, ante los cientos de militares, que “estamos dando una batalla épica, única, heroica”, e instó a los uniformados a mantener la “unión indestructible” ante cualquier circunstancia.
Maduro llamó al alto mando militar a “profundizar la revolución militar” iniciada hace unos años, pero no ofreció detalles.
Más temprano, el presidente denunció la existencia de una “escalada” internacional contra Venezuela y pidió a los países del bloque regional Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América iniciar gestiones diplomáticas para “parar esta locura… que quién sabe hasta dónde nos puede llevar”.
En alusión a las críticas de la oposición y algunos gobiernos que lo señalan de “dictador” Maduro se identificó como un “demócrata” y sostuvo que “llevo la banda presidencial que me dejó el comandante Hugo Chávez en encargo”.
Desde la mañana varios cientos de seguidores del gobierno y empleados públicos, con sus características camisetas rojas, se concentraron en los alrededores del máximo tribunal, ubicado noroeste de Caracas, para acompañar al mandatario en la ceremonia.
Las autopistas y avenidas de la capital venezolana amanecieron con escasa presencia de vehículos y transeúntes y en algunos puntos de la ciudad se observó la presencia de efectivos de la policía nacional custodiando las vías. En los postes de algunas calles fueron colgados pendones con los colores de la bandera venezolana y la frase “Yo soy presidente”.
Entre banderas venezolanas y pequeños carteles con el dibujo del rostro del gobernante y la leyenda “Maduro usurpador”, un puñado de opositores se concentró en una vía del este de Caracas para protestar.
El mandatario izquierdista deberá lidiar desde el primer día de su segundo gobierno con más cuestionamientos y presiones de la comunidad internacional.
El vicepresidente estadounidense Mike Pence catalogó la juramentación de Maduro como una “farsa”.
“Los Estados Unidos no reconocen el resultado ilegítimo de una elección robada. Seguiremos en pie frente al pueblo de Venezuela y en contra del régimen corrupto de Maduro hasta que la libertad y la democracia prevalezcan en Venezuela”, indicó Pence en su cuenta de Twitter.
El secretario de Estado estadounidense Mike Pompeo, previamente, condenó la juramentación de Maduro a quien señaló de incurrir en una “ilegítima usurpación de poder” tras unas elecciones que consideró “desleales e injustas”.
“Es hora de que Venezuela comience un proceso de transición que pueda restaurar el orden constitucional y democrático mediante la celebración de elecciones libres y justas que respeten la voluntad del pueblo venezolano”, dijo Pompeo en un comunicado.
En tanto, la Organización de Estados Americanos desconoció la legitimidad de la segunda presidencia de Maduro. En una resolución adoptada por 19 votos a favor, ocho abstenciones, seis en contra y un ausente, también urgió a los 34 Estados miembros a adoptar “medidas
diplomáticas, políticas, económicas y financieras” para “contribuir a la pronta restauración del orden democrático en Venezuela”.
El politólogo y profesor universitario Carlos Romero estima que las presiones externas podrían traducirse en mayores sanciones que complicarán las ya debilitadas finanzas del gobierno y limitarán las posibilidades de acceder a dinero fresco e inversiones extranjeras que son urgentes para levantar la golpeada economía.
Romero dijo que la dura postura asumida contra Maduro por Estados Unidos, la Unión Europea y el llamado Grupo de Lima -que integran Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú, Guyana y Santa Lucía- presagian tiempos de “mayor conflicto”.
“En ningún momento se asoma cualquier posibilidad de mediación, de negociación, de búsqueda de una solución pacífica y democrática de esta situación”, afirmó el analista. Consideró, asimismo, que el llamado a promover un diálogo entre las partes que asomó la semana pasada de parte del gobierno de México aún resulta muy débil. México fue el único integrante del Grupo de Lima que no respaldó la declaración de desconocimiento del nuevo mandato de Maduro.
Venezuela está sumida en una profunda crisis económica y social con una hiperinflación de siete dígitos y una fuerte recesión que se ha extendido por cuatro años consecutivos. Las dificultades económicas han desatado una masiva migración de venezolanos en la región que Naciones Unidas estima en unas 3,3 millones de personas.
A ese escenario adverso se suma la postura de mayor confrontación contra Maduro que emprendió a partir del 5 de enero la Asamblea Nacional, que se asume como ”único poder legítimo electo” y que amenaza con iniciar este año un “proceso de transición” para renovar los “poderes usurpados” que podría incluir la presidencia.
Pero los analistas ven muy lejana la posibilidad de que la crisis venezolana pueda aplacarse o resolverse en los próximos años y prevén tiempos más difíciles en la nación petrolera.
“Esta crisis es crónica, eso no se va a detener”, afirmó el jurista y profesor universitario José Ignacio Hernández a The Associated Press. “Eso va a seguir eventualmente más rápido y lo único que va a pasar en ese sentido es que la tragedia humanitaria en Venezuela va a ser cada vez mayor”.
La ONU proyectó que para este año cerca de dos millones de personas más podrían emigrar de Venezuela hacia diferentes países de la región. Asimismo, el Fondo Monetario Internacional estima que en 2019 la hiperinflación podría acelerarse y alcanzar 10.000.000 % y mantenerse la recesión económica.-AP