La tensión proseguía el martes en Tijuana, donde los residentes de la ciudad fronteriza mexicana cerraron por iniciativa propia una escuela primaria situada junto a un complejo deportivo donde más de 5.000 migrantes centroamericanos han estado acampando desde hace dos semanas.
La iniciativa de la asociación de padres de la escuela primaria se produjo después de que agentes fronterizos de Estados Unidos lanzaron gas lacrimógeno hacia territorio mexicano para hacer retroceder a un grupo de migrantes que cruzaron la frontera durante el fin de semana. El incidente llevó a las autoridades mexicanas a aumentar la presencia policial alrededor del refugio.
Citando temores por la seguridad de sus hijos, los padres compraron sus propios candados y cadenas y cerraron las puertas de la escuela. Un letrero en la puerta decía que la escuela permanecería cerrada hasta nuevo aviso.
Carmen Rodríguez dijo que los padres habían estado pidiendo a las autoridades que hicieran algo desde que llegaron los inmigrantes, añadiendo que su hija de 9 años no regresará a clases hasta que se hayan ido.
Expresó que los padres de familia están pidiendo que los migrantes sean reubicados y que algunos migrantes se habían acercado a los terrenos de la escuela para pedir dinero a los niños o usar los baños de la escuela. Aseguraron que algunos migrantes fumaban marihuana en los alrededores.
Añadió que a los padres les preocupa que los manifestantes antiinmigrantes se acerquen al complejo deportivo de nuevo, como lo hicieron la semana pasada. Dijo que temen que los niños y sus padres queden atrapados en medio de una posible confrontación.
Los propios migrantes estaban explorando urgentemente sus opciones el martes, en medio de una creciente sensación de que tienen pocas esperanzas de conseguir asilo en Estados Unidos o de cruzar la frontera ilegalmente.
Los ánimos estaban caídos después que agentes estadounidenses lanzaron gases lacrimógenos contra aquellos migrantes que lograron llegar momentáneamente a suelo estadounidense. Consideran que el choque y la respuesta oficial les quitan posibilidades de llegar a Estados Unidos.
El martes se formaba una larga fila frente a una carpa instalada por la Organización Internacional para las Migraciones donde los funcionarios ofrecían ayuda a quienes querían regresar a sus países de origen.
Según los funcionarios, se advertía un mayor interés de los migrantes que querían iniciar gestiones para permanecer en México. Una feria que ofrecía empleos en Baja California recibía un número creciente de solicitudes.
“Lo que sucedió ayer nos perjudica a nosotros”, dijo Oscar Leonel Mina, salvadoreño de 22 años, acerca del choque del domingo.
Mina, su esposa y su hijita no fueron a la marcha y luego se alegraron de ello al enterarse de lo sucedido, dijo sentado en la puerta de su carpa en el complejo deportivo de Tijuana, mientras con un cepillo dental se quitaba el polvo fino que todo lo cubre.
En la carpa vecina, Brandon Castillo, de Santa Rosa, Guatemala, terció que “dicen toda la caravana, pero no fue toda la caravana”.
Tras estos sucesos, Mina está revalorando su plan de ir a Estados Unidos. Dice que le han hablado de Rosarito, un balneario concurrido por turistas estadounidenses que se encuentra a unos 40 minutos al sur de Tijuana.
Allí “se puede ganar dinero y vivir bien” si uno está dispuesto a trabajar, dijo. Su objetivo ahora es partir del refugio en una semana.
La fuerza de seguridad mexicana incrementó su presencia en el centro deportivo que sirve de refugio a miles de migrantes de la caravana, con el motivo aparente de evitar una repetición del incidente del domingo.
El secretario de seguridad pública de Tijuana, Marco Antonio Sotomayor Amezcua, dijo en conferencia de prensa que la policía mexicana será prudente en el empleo de la fuerza, pero que se debe garantizar “a toda costa” que no se vuelvan a cerrar los cruces fronterizos.
Los migrantes que esperaban cruzar ilegalmente se enteraron el domingo que eso no será posible, dijo Sotomayor.
Los migrantes que desean solicitar asilo deben inscribirse en una lista de espera que ya tenía unos 3.000 nombres antes de que la caravana arribara a Tijuana. Los funcionarios estadounidenses procesan menos de 100 solicitudes diarias, por lo que la espera puede extenderse durante meses.-AP