El grueso de la caravana de migrantes que salió hace un mes de Honduras comenzó a llegar este jueves a la ciudad mexicana de Tijuana, fronteriza con Estados Unidos, acampando a un costado del muro divisorio y desafiando así a los miles de soldados desplegados por el presidente Donald Trump.
Durante la madrugada del jueves, 22 buses con migrantes llegaron a la entrada de la ciudad, constató la AFP. Estos se sumaron a unos 800 centroamericanos que se habían adelantado a la caravana y llegado en grupos pequeños desde el fin de semana pasado, totalizando más de 1.500 en la zona.
«Ya estamos en la puerta de Tijuana, no veo la hora de llegar a la frontera. Esto ha sido un viaje eterno pero Dios nos trajo con bien hasta acá», dijo Carmen Soto, una hondureña que viaja con sus dos pequeños hijos, al descender de uno de los buses para unirse a un río de migrantes que caminaban por una carretera de esa ciudad.
La caravana salió el 13 de octubre de San Pedro Sula, Honduras, y ha recorrido más de 4.300 km, principalmente a pie y en autostop, hasta la fronteriza Tijuana, en el estado de Baja California.
«Ya me siento mejor, cansada, pero mejor. Llevamos un mes y vengo con mis hijas que son de 7, 11, 13 y 15» años, dijo a la AFP Miriam Fernández, una hondureña de 32 años. «Hay felicidad porque estamos aquí ya», añadió.
La ONU estimó que la caravana estaba compuesta por 7.000 migrantes, pero durante el viaje se ha fraccionado y un importante número de ellos solicitó asilo en México o claudicó y pidió el retorno voluntario a sus países.
El objetivo de los migrantes es que el gobierno estadounidense les otorgue el estatus de refugiados debido a la extrema violencia y pobreza que viven en sus países, pero para lograrlo deben cruzar la frontera por un acceso oficial, de acuerdo con un decreto firmado la semana pasada por el presidente Trump.
– Protesta contra migrantes –
En su intento por respetar ese decreto, los migrantes se instalaron en un campamento en el malecón de Tijuana, hasta donde llegaron la noche del miércoles unos 300 residentes de esta ciudad protestando por su presencia, cantando a todo pulmón el himno nacional mexicano ante la mirada de un grupo de policías que los separaba de los migrantes.
A pesar de la presencia policial, habitantes del barrio Playas de Tijuana lanzaron piedras contra los migrantes en el Parque de La Amistad, situado a un costado del mar y del muro fronterizo.
«No los queremos, es como si yo fuera a su casa y dejara todo este cochinero (desorden). No queremos delitos», espetaba una vecina de Playas de Tijuana a los migrantes.
«Pasamos por todo México, en ciudades grandísimas y así nos reciben aquí», respondió uno de los migrantes.
El gobierno de Tijuana había habilitado un albergue en instalaciones oficiales para los migrantes, pero algunos se negaron a usarlo porque temen que los datos personales que les piden para recibir la ayuda humanitaria sean «entregados» al gobierno de Estados Unidos y así negarles el estatus de refugiados, dijo a la AFP Irineo Mujica, director de la organización Pueblo Sin Fronteras, que acompaña a la caravana.
El gobierno mexicano ha registrado las protestas de habitantes de Tijuana pero se niega a «criminalizar» a la caravana de centroamericanos, quienes se han desplazado «en condiciones difíciles y de riesgo» por territorio mexicano con la esperanza de no volver a la violencia y pobreza de sus países, dijo este jueves el secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete.
Trump ha calificado a los migrantes de «criminales» y acusa a la caravana de impulsar una «invasión». Para contenerla, dispuso el controvertido envío de hasta 9.000 soldados a su frontera sur.
Ante la inminente llegada de la caravana, Estados Unidos cerró parcialmente con barricadas y alambres de púas las garitas fronterizas de San Ysidro y Otay Mesa, que conducen a California.
El secretario de Defensa estadounidense Jim Mattis argumentó el miércoles que esa operación «es necesaria» y «absolutamente legal», durante una visita a las tropas estacionadas en la zona fronteriza.-AFP