COMUNICADO
Jesús, al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella”
(Mateo 9,36)
Queridos hermanos,
Los obispos de la Conferencia Episcopal de Honduras vemos con mucho pesar y seria preocupación esta “tragedia humana”, como ha llamado el papa Francisco a la migración forzada, por la salida en caravana de miles de nuestros hermanos y hermanas hondureños que han abandonado su propia tierra, buscando mejores oportunidades de vida, para ellos y para sus propias familias. Esta es una realidad indignante, causada por la actual situación que vive nuestro país, obligando a una decidida muchedumbre a dejar lo poco que tienen, aventurándose sin certeza alguna por la ruta migratoria hacia Estados Unidos, con el deseo de alcanzar la tierra prometida, “sueño americano”, que les permita resolver sus problemas económicos y mejorar las condiciones de vida para los suyos y, en muchos casos, les garantice la tan anhelada seguridad física.
La Iglesia que peregrina en Honduras reconoce el derecho humano de cada persona a una vida digna y al desarrollo personal, familiar y comunitario. Es deber del Estado hondureño brindar a sus ciudadanos los medios para cubrir sus necesidades básicas, como son: trabajo digno, estable y bien retribuido, salud, educación y vivienda. Y cuando esas condiciones no existen, las personas se ven obligadas a vivir en la fatalidad y muchísimos de ellos a
emprender un camino que les lleve al desarrollo y superación, hallándose en la vergonzosa dolorosa necesidad de tener que abandonar sus familias, sus amistades, su comunidad, su cultura, su ambiente y la tierra que los vio nacer.
Esa crisis humanitaria en Honduras no es nueva, la venimos padeciendo desde hace años, ¡Cuántos cientos de hondureños han partido en forma individual todos los años y a cuántos los han regresado de México y de Estados Unidos!
HEMOS SIDO SORDOS ANTE LOS GRITOS DE ABUSOS Y VIOLACIÓN
Hemos sido sordos ante los gritos de abusos y violación a sus derechos en su trayecto y hemos sido ciegos para ver esa realidad, hemos preferido alegrarnos por la llegada de remesas, como una solución a los problemas internos. Lo novedoso de esa caravana es la forma masiva de miles de personas, en su mayoría jóvenes, que van con la esperanza de obtener recursos suficientes para transformar a Honduras. No es la hora de culpabilizar a personas o a partidos políticos, ni al gobierno en turno. Eso sería mirar de manera superficial el problema, la responsabilidad es común, pero eso sí, deben aceptar nuestros gobernantes de los últimos períodos que no han hecho bien las cosas, de
modo que esta situación no llegara a los extremos que hoy estamos observando y que puede terminar en mayores frustraciones, resentimientos y negación de toda identidad nacional. La solución no es pedirles que regresen, la solución la encontraremos en abrir oportunidades permanentes para su realización personal y familiar, creando fuentes de trabajo para todos.
NUEVO PACTO SOCIAL
Ahora es el momento de brindar salidas humanitarias a la población que va en caravana, pero también es hora de que tanto el gobierno, el sector financiero, empresarial, trabajadores en general emprendamos la tarea de establecer un nuevo pacto social que aborde profunda y definitivamente la solución a este drama social hondureño. La migración es solo una punta de este volcán, pero, la pobreza, la inequidad, y la falta de oportunidades son sus otros componentes. Los sectores dirigentes no pueden ser insensibles ante el clamor
de la población.
¡Ya no se valen más remiendos en esta sociedad hondureña!
Pero hoy también es la oportunidad para que nuestras autoridades civiles reorienten sus políticas y establezcan programas sociales verificables, reorientando el Presupuesto General de la República con esa finalidad.
REVISAR GASTO PÚBLICO Y SUELDOS Y SALARIOS
Es tarea urgente revisar el gasto público y los sueldos y salarios que devengan todos los funcionarios de gobierno, la mayoría de las veces son
sueldos escandalosos, frente a la miseria y pobreza del pueblo.
También es una necesidad que los países desarrollados y los mismos Estados Unidos dejen la xenofobia y condenar a los migrantes señalándolos como criminales, lacras sociales. Es muy conveniente que revisen sus políticas migratorias y asuman la propuesta humanista del papa Francisco en su mensaje del año 2018, sobre las migraciones, es obligatorio: acoger, proteger, promover e integrar a los migrantes y refugiados.
Rogamos a los países hermanos por donde van transitando los migrantes hondureños que se les respeten sus derechos fundamentales y se les ayude, por motivos humanitarios, para que ellos logren desarrollarse como personas.
Agradecemos a los pueblos de Guatemala y México, que han acogido con ejemplar solidaridad a nuestros hermanos atendiendo a los miembros de la Caravana Migrante.
AGRADECEMOS A LA DIÓCESIS DE TAPACHULA
Agradecemos también a la Conferencia Episcopal de Guatemala y a la Conferencia del Episcopado mexicano, en particular modo a nuestros hermanos obispos de las diócesis de Tapachula y de San Cristóbal de las Casas por su petición a las comunidades cristianas para abrir las puertas de sus casas, ofrecer opciones útiles y velar por el bien de quienes buscan
una vida mejor para sus familias.
A todos nos preocupa la seguridad y protección de los migrantes especialmente de las mujeres, los niños y de la tercera edad. ¡En nombre de Dios muchas gracias!
Igualmente, es justo y oportuno agradecer a tantos hermanos y hermanas que
colaboran diariamente en la Pastoral de Movilidad Humana de nuestro país
ofreciendo puntualmente a los migrantes retornados todas las atenciones necesarias de orden médico, psicológico, con rehabilitaciones, prótesis, transporte, etc., todo esto, sin contar con las atenciones que brindan a la población desplazada por la violencia interna del país.
Los obispos de Honduras les decimos que cuentan con nuestro apoyo y rogamos a Dios por intercesión maternal de la Virgen Santísima “Nuestra Señora de Suyapa”, que los proteja en su caminar, los sostenga con su gracia y su amor y les conceda el gozo de ver realizadas todas sus esperanzas.
Ciudad de Tegucigalpa. 20 de octubre del 2018
CONFERENCIA EPISCOPAL DE HONDURAS