Cristina de Borbón, hermana del rey Felipe VI y sexta en la línea de sucesión a la Corona, se ha convertido este jueves en el primer miembro de la realeza española en declarar ante un tribunal, acusada de dos delitos fiscales. La exduquesa de Palma se ha desvinculado de forma absoluta de la gestión de la mercantil Aizoon, que compartía al 50% con su esposo, Iñaki Urdangarin, y que supuestamente sirvió para desviar 923.049 euros de contratos públicos del Instituto Nóos y para evadir 337.000 euros a Hacienda en 2007 y 2008. “No tenía firma ni poderes en Aizoon (…) nunca di instrucciones a nadie en la sociedad”, ha afirmado la Infanta, que sólo ha contestado a las preguntas de su abogado. “Confío plenamente en mi marido y estoy convencida de su inocencia”, ha manifestado la hija de Juan Carlos I.
La infanta Cristina, de 50 años, se levantó a las 18.12 de su asiento en banquillo de los acusados y ocupó la silla de los declarantes, frente al tribunal, por la que han pasado ya los 17 acusados en el juicio del caso Nóos. Desde el primer momento, la defensa de la exduquesa de Palma marcó su territorio: “Mi cliente solo va a contestar a las preguntas de esta parte”, advirtió el abogado Pau Molins. A su lado, Miquel Roca, padre de la Constitución y jefe del equipo de seis letrados que asisten a la Infanta en la vista oral, asentía.
Cristina de Borbón solo está acusada en esta causa por el sindicato Manos Limpias. Esta organización pide para ella ocho años de prisión como supuesta cooperadora en los dos delitos fiscales que se atribuyen a su esposo y principal acusado, Iñaki Urdangarin, por sus manejos en la sociedad Aizoon en 2007 y 2008.
La decisión de la hija de Juan Carlos I —cuya abdicación, en junio de 2013 se vio precipitada entre otros factores por el caso Nóos— no impidió que la abogada de Manos Limpias, Virginia López Negrete, dejara constancia de las preguntas que tenía planeado plantear. Durante 35 minutos, la letrada del sindicato lanzó al aire medio centenar de cuestiones sobre el funcionamiento de Aizoon y sobre asuntos domésticos del matrimonio Urdangarin-Borbón que solo hallaron el silencio de la Infanta. La acusada, con rostro tenso, a ratos miraba a la abogada, a ratos fijaba la vista en el tribunal presidido por la juez Samantha Romero y por el retrato de su hermano, el Rey.