1 de mayo en Honduras: una marcha obrera opacada por el protagonismo político de Libre

Lo que debía ser una jornada para visibilizar las demandas históricas del movimiento obrero hondureño, terminó convertida en un escenario de exhibición política del oficialismo. Este 1 de mayo, durante la tradicional marcha por el Día Internacional del Trabajador, el Partido Libertad y Refundación (Libre) monopolizó la movilización, relegando a segundo plano el manifiesto de las centrales obreras y desdibujando el sentido reivindicativo del evento.

Desde tempranas horas, cientos de trabajadores, sindicalistas y gremios se congregaron en la capital para marchar desde el barrio La Granja hacia el parque central de Tegucigalpa. En ese espacio, las principales centrales obreras del país leyeron un manifiesto en el que plantearon una serie de exigencias al gobierno de turno: respeto a los derechos laborales, reformas estructurales, lucha contra la corrupción y garantías de independencia institucional.

Entre las principales demandas figuraron la aprobación de una Ley de Justicia Tributaria, reformas al Código Penal y Procesal Laboral, el fortalecimiento del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) y la instalación de la CICIH. También se exigió una estrategia integral contra la violencia y un alto a la precarización del empleo.

Sin embargo, la contundencia del discurso sindical se diluyó entre las banderas rojinegras, los cánticos proselitistas y la presencia de altos funcionarios del gobierno, encabezados por el expresidente y coordinador de Libre, Manuel Zelaya Rosales, quien acaparó la atención mediática con su ya habitual “baño de masas”.

La presencia de Rixi Moncada, actual funcionaria y aspirante presidencial del oficialismo, reforzó el tinte electoral de la jornada. Su participación, en medio de un acto históricamente reservado para los trabajadores organizados, fue vista por muchos sectores como una apropiación del espacio obrero por parte del aparato político estatal.

“Nos tomaron la marcha”, comentó un dirigente sindical que pidió anonimato. “El estrado fue copado por el partido de gobierno, se adueñaron del mensaje y redujeron nuestras demandas a un acto de campaña”.

La dirigente sindical Irma Marcia, del Sitramedhys, destacó en su intervención la necesidad de mayor profesionalismo en la gestión pública y criticó las intenciones legislativas que buscan precarizar aún más el empleo formal. “No vamos a permitir que se promuevan leyes inconstitucionales que sustituyan el trabajo permanente por parcial”, subrayó.

Al cierre del evento, el veterano dirigente Carlos H. Reyes entregó el manifiesto a Mel Zelaya, en una imagen que simbolizó la entrega simbólica del movimiento obrero al poder político de turno.

Así, el Día del Trabajador terminó siendo menos una jornada de lucha laboral y más una vitrina para el oficialismo. Las reivindicaciones obreras, aunque leídas, fueron eclipsadas por un acto que, lejos de fortalecer la autonomía del movimiento sindical, lo subordinó a los intereses políticos del partido gobernante.

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